Ellos raspan y raspan las arterias de mis gatos,
Son penumbras de ácidos escondidos entre los órganos,
Escapan por uñas del felino hacia un sofá que nunca tendré,
Se pertrechan con larvas y animales que desconozco,
Tomo las persianas y una silla medio chueca,
Reconozco un valor que no creía poseer,
Escondidas entre luces que secreta una cerrada puerta, se acercan,
Con el ladrido de un perro nocturno los pongo en retirada,
Necesito una estrategia y pastillas antiácidas,
Tomo un tomo viejo de Mark Twain y una batidora,
Se acercan por la izquierda y usan gel del pelo para brillar y acobardarme,
No me amedrento, envío una columna de velas artesanales con colores verde nutria,
No retroceden, intento con sigilo rodearlas con un declive y una escalera,
Se percatan y huyen antes de que se cumpla mi plan,
Esta vez atacaré yo, sorprendiéndolas con los asteriscos filosos de una maquina de escribir,
Logro sacar ventaja al principio, pero ellos contraatacan con duras migas de un pan dulce,
Fuerzas equilibradas, cambio mi táctica con prisa, arrojo a los flancos gorriones obedientes,
Se aterran, y emprenden retirada, se ubican en el estomago de una lombriz amarilla,
Avanzo como un viejo general griego, mando dos columnas de astillas de mi mesa de luz, Sorprenden a las astillas con miles de pincitas de depilar,
Me reagrupo, arengo a mis tropas, exijo el sacrificio,
Al frente me pongo y ataco con los vapores de una cafetera,
Además se me suma una columna de azucares y varios cristales de sal,
Están acorralados, tiemblan, van muriendo en una escena épica,
Me siento victorioso, pero una voz y una luz enorme les permiten retirada,
La voz me llama y la luz se apaga,
Mi victoria, mi triunfo se escapa por los ruidos de sus enormes pasos,
Poco importa, volveré a empezar y la batalla será nuestra,
Negociaré, entregaré a los muertos para una digna sepultura,
Y seré el nuevo y tenaz gran general coronado con alpiste y alfileres
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