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30 sept 2010
28 sept 2010
19 sept 2010
14 sept 2010
¿Quien soy? ¿Quién eres? El temor a la pregunta,
También he ocultado, el terrible cotidiano con angustias,
El dolor de la caída casi eterna y mis costosos levantares,
¿Cómo puedo saber? si no existe la presencia de la carne
Una mirada, el seco miedo a mirar detrás de las piedras imaginadas,
Esto no es un poema, es una carta que no será leída, es lo que soy,
Mi desconfianza, mi alarma, desconfío, ese soy, siempre,
¿Quien eres? El pulido silencio de unos ojos jamás vistos
¿Quien soy? Revoltijo de confusiones, no saber, caminar herido,
Sentado, con mis labios de siempre, con mi nariz de siempre,
Inmóvil, seco, sintiendo los ocultos pasos del que te vuelve a la tierra,
Sentado, todavía sin intentar olvidos, de letras simplemente, de letras,
Despertares y sueños se confunden, como siempre, como siempre,
Demasiado vuelo, palabras, imágenes, caer en la salada tierra,
El no sé, el no sabes, quien eres, quien soy, quienes fuimos
También he ocultado, el terrible cotidiano con angustias,
El dolor de la caída casi eterna y mis costosos levantares,
¿Cómo puedo saber? si no existe la presencia de la carne
Una mirada, el seco miedo a mirar detrás de las piedras imaginadas,
Esto no es un poema, es una carta que no será leída, es lo que soy,
Mi desconfianza, mi alarma, desconfío, ese soy, siempre,
¿Quien eres? El pulido silencio de unos ojos jamás vistos
¿Quien soy? Revoltijo de confusiones, no saber, caminar herido,
Sentado, con mis labios de siempre, con mi nariz de siempre,
Inmóvil, seco, sintiendo los ocultos pasos del que te vuelve a la tierra,
Sentado, todavía sin intentar olvidos, de letras simplemente, de letras,
Despertares y sueños se confunden, como siempre, como siempre,
Demasiado vuelo, palabras, imágenes, caer en la salada tierra,
El no sé, el no sabes, quien eres, quien soy, quienes fuimos
13 sept 2010
Los silencios hierven alrededor de su memoria, son tejidos y arañas,
Creer que se camina pero los pies no sienten ningún suelo,
Su carne muerde el aire, el aire escupe lo que ve, ligeras pausas de sol,
Todo, todo él olvidó el color de sus brazos, su cabello es carmín,
Cada tanto su interior sucumbe, liquido se pierde, liquido se arroja,
Su adentro estalla en alfileres, su adentro se detiene, arde, arde,
Todos corren ahora, dementes, lacerando los ritmos imposibles,
Cuando el cielo cambia de color, ellos buscan las manos, otras manos,
No sabe si correr o estarse quieto, pero ya está corriendo, no mira,
No desea huir, quiebra sus piernas con sus dientes, caer y estar sentado,
No hay dolor, diez mil atardeceres para un solitario horizonte,
Las pequeñas piedras comienzan a crecer, se vuelven únicos planetas,
Flotan, se elevan, vuelven a ser las cotidianas luces en el cielo,
Una voz, lejana, con el sabor de sus labios, temo, temo y temo,
Su cuello resbala, vaya a saber que pasará con su cabeza, no lo sabe,
Unos latidos se acercaron, como un cometa se pierden en el marnubes,
Llueve ahora, lame sus huesos, no puede caminar recuerda el vuelo,
Ríe, no sabe porque, deja atrás cables y edificios, no hay hilo ni papel,
Soy yo el que ahora no ve, mis labios palpan las heridas de mis piernas,
No puedo saber si mi color es celeste o un tibio rojo, sonrío,
Nadie ha inventado los espejos y está bien, no sirven en la oscuridad
Creer que se camina pero los pies no sienten ningún suelo,
Su carne muerde el aire, el aire escupe lo que ve, ligeras pausas de sol,
Todo, todo él olvidó el color de sus brazos, su cabello es carmín,
Cada tanto su interior sucumbe, liquido se pierde, liquido se arroja,
Su adentro estalla en alfileres, su adentro se detiene, arde, arde,
Todos corren ahora, dementes, lacerando los ritmos imposibles,
Cuando el cielo cambia de color, ellos buscan las manos, otras manos,
No sabe si correr o estarse quieto, pero ya está corriendo, no mira,
No desea huir, quiebra sus piernas con sus dientes, caer y estar sentado,
No hay dolor, diez mil atardeceres para un solitario horizonte,
Las pequeñas piedras comienzan a crecer, se vuelven únicos planetas,
Flotan, se elevan, vuelven a ser las cotidianas luces en el cielo,
Una voz, lejana, con el sabor de sus labios, temo, temo y temo,
Su cuello resbala, vaya a saber que pasará con su cabeza, no lo sabe,
Unos latidos se acercaron, como un cometa se pierden en el marnubes,
Llueve ahora, lame sus huesos, no puede caminar recuerda el vuelo,
Ríe, no sabe porque, deja atrás cables y edificios, no hay hilo ni papel,
Soy yo el que ahora no ve, mis labios palpan las heridas de mis piernas,
No puedo saber si mi color es celeste o un tibio rojo, sonrío,
Nadie ha inventado los espejos y está bien, no sirven en la oscuridad
11 sept 2010
8 sept 2010
1 sept 2010
Mi voz cabe en la boca de un lobo errante, es mas espesa entonces,
Mi voz, tan cerca de aquel grito esquilmado y seco, tan lejos,
Todos los horizontes se me niegan, los vapores oscuros de los bosques,
Mis piernas heladas, las rodillas más cerca del suelo que mis pies del paso,
Mi piel confundida por eternidades prometidas e invisibles, por un cerco rojo,
Una de mis manos, la que siempre busca otros dedos, esta rígida, sin uñas,
Mi otra mano sostiene el corazón a través de un pecho escarlata y contractura,
Nunca nadie está perdido, este preciso espacio es mi lugar ahora, aquí, ya,
Las confusiones se pegan una a otra con savia espesa, inexistente,
Mis cejas han crecido tanto, para que no mire el cielo, la luna y el lucero,
Escucho las tranquilas aletas de los peces, imagino el lago y las redondas piedras,
Juro que no lo sabia, camino sin saber, los muslos reconocen viejas voces,
Los grillos valientes y constantes me aseguran una lejana mañana blanca,
Pero nada detiene mi camino, mis hombros se mueven, danzan un “no” baile,
Los dientes de cobre y saliva caen quebrados por mis tibias satisfechas,
Estoy loco, mi cuerpo lo está, yo no camino, no busco ninguna dirección,
De pronto hay un zigzag, un enorme salto, un freno, tropezar, mirar, detenerse,
Los ojos del búho le hablan a mi cuerpo, indican un nuevo sendero, no es visible,
Corro, mis piernas son de hierro, no hay jadeos, mi corazón golpea lento,
Los bosque son violetas y la niebla muerde negros que mañana serán verdes,
Los pájaros nocturnos no se atreven, ya no miro hacia delante miro mis huellas,
Sin aviso el aire, inmenso, el aire que besa, aires y mas aires, trémulos, fríos,
Uno, tres, siete quizás diez, no soporto, no aguanto, imagino un suelo extenso, más que el mar,
Escupo el miedo y los recuerdos, caigo, tanto peso, ahora, aquí, mis labios y el olvido,
Siempre los olvidos acurrucados, timadores, seductores, esperando renacer como la salamandra
Abro los ojos, cierro los ojos, cierro los ojos, abro los ojos, ya no sé, nunca o siempre.
Mi voz, tan cerca de aquel grito esquilmado y seco, tan lejos,
Todos los horizontes se me niegan, los vapores oscuros de los bosques,
Mis piernas heladas, las rodillas más cerca del suelo que mis pies del paso,
Mi piel confundida por eternidades prometidas e invisibles, por un cerco rojo,
Una de mis manos, la que siempre busca otros dedos, esta rígida, sin uñas,
Mi otra mano sostiene el corazón a través de un pecho escarlata y contractura,
Nunca nadie está perdido, este preciso espacio es mi lugar ahora, aquí, ya,
Las confusiones se pegan una a otra con savia espesa, inexistente,
Mis cejas han crecido tanto, para que no mire el cielo, la luna y el lucero,
Escucho las tranquilas aletas de los peces, imagino el lago y las redondas piedras,
Juro que no lo sabia, camino sin saber, los muslos reconocen viejas voces,
Los grillos valientes y constantes me aseguran una lejana mañana blanca,
Pero nada detiene mi camino, mis hombros se mueven, danzan un “no” baile,
Los dientes de cobre y saliva caen quebrados por mis tibias satisfechas,
Estoy loco, mi cuerpo lo está, yo no camino, no busco ninguna dirección,
De pronto hay un zigzag, un enorme salto, un freno, tropezar, mirar, detenerse,
Los ojos del búho le hablan a mi cuerpo, indican un nuevo sendero, no es visible,
Corro, mis piernas son de hierro, no hay jadeos, mi corazón golpea lento,
Los bosque son violetas y la niebla muerde negros que mañana serán verdes,
Los pájaros nocturnos no se atreven, ya no miro hacia delante miro mis huellas,
Sin aviso el aire, inmenso, el aire que besa, aires y mas aires, trémulos, fríos,
Uno, tres, siete quizás diez, no soporto, no aguanto, imagino un suelo extenso, más que el mar,
Escupo el miedo y los recuerdos, caigo, tanto peso, ahora, aquí, mis labios y el olvido,
Siempre los olvidos acurrucados, timadores, seductores, esperando renacer como la salamandra
Abro los ojos, cierro los ojos, cierro los ojos, abro los ojos, ya no sé, nunca o siempre.
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