1 ene 2010

Cuando despierto mis pies sueñan el suelo,
Cejas de carbón que hierven nieblas,
Oscuros mas oscuros saltan paladares,
Mastican mis ojos y escupen mis pestañas, y te vas,
Te has ido, siempre te has ido y yo de pie,
Creando nuevos pasos y aferrando exhalaciones,
Brindando soles para quemar pieles hasta el hueso,
Rehaciendo mis rodillas con mil moscas,
Cosiendo espaldas uña contra uña,
De pie, cuello de larvas detenidas, aferradas,
Destruyo tus abrazos con recuerdos inventados,
No necesito acero para detener el pulso,
La saliva avisa con gritos desmedidos,
De pie, con pelo sucio y sucio pelo,
Mi pecho espera, lento, nítido, solo,
Esa nube escondida con gotas disfrazadas,
De pie, mi pecho vaciado de tardes y perdones,
Púrpuras, músculos, esternón y un sólido latido,
Se repite despiadado el último tambor, y cae,
Cae esa lluvia de silencio en las arterias,
De pie, no, ya estoy cayendo,
El suelo, amante, el que ha esperado.
El que mis pies han soñado, ese, si ese.

2 comentarios:

MaLena Ezcurra dijo...

"No necesito acero para detener el pulso"

y no, a veces basta la brisa de un atardecer.


Lo celebro Leiro, celebro su arte y al alma suya que se dispara segundo a segundo.


Lo abrazo.

Carlos Leiro dijo...

es muy posible Malena,pero Que brisa, de labios o de acacias?

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