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31 mar 2011
30 mar 2011
Desesperada piel, enemiga de todos los espejos,
Arrancada a un suelo negro, caramelo herido,
Parpados de sal y tela, bebedores de persianas,
Parpados asustados, acurrucados entre lentos horizontes,
Debajo de los labios los relieves, madrugadas y algún tren,
Labios albinos, lamedores de arena, sin sed, sin simetrías,
La frente vertical, esclava de todos los enojos, inevitable,
La cabellera amenazada, los cortos días sin molares,
El puñal inútil en manos que prometen, sin temblar,
Desesperada piel, no puedes, como tu corazón o las arterias.
Arrancada a un suelo negro, caramelo herido,
Parpados de sal y tela, bebedores de persianas,
Parpados asustados, acurrucados entre lentos horizontes,
Debajo de los labios los relieves, madrugadas y algún tren,
Labios albinos, lamedores de arena, sin sed, sin simetrías,
La frente vertical, esclava de todos los enojos, inevitable,
La cabellera amenazada, los cortos días sin molares,
El puñal inútil en manos que prometen, sin temblar,
Desesperada piel, no puedes, como tu corazón o las arterias.
20 mar 2011
Pizarrón
Las palabras escondidas en la tiza partida,
La lengua aturdida atacando el paladar,
Esa lagrima mínima viajando hacia la boca,
Ese beso imaginado, tibio, absurdo, final,
Todos los gritos inundando las arterias,
Verdes…
Las manos, el aplauso acurrucado, presto,
Amasijo de tintas, papeles blancos y una pluma,
La nerviosa lengua, la retaguardia de los dientes,
Un domingo innecesario y peras inmaduras,
Las estrellas que envejecen, la mentirosa luz,
Los arboles negros y ruidosos en agosto,
El silencio color piedra de los gatos,
El sueño rompelabios, el ángel gelatina,
Todo el aire que ha escapado a mi respiración,
El sudor, la sangre evaporada, la pellizcada sien,
La luna malcriada, el deseo, los ojos bien cerrados,
Todos los monjes, las cortinas y las tinieblas,
Ese instante, las almohadas, los navegantes pies,
Una escena que se escapa del teatro, la mañana,
Las imágenes tentadas que huyen hacia sus horizontes,
Querer volver, a veces se ha logrado, no tudei,
El cuerpo quejoso, la cintura, horizontal, vertical,
El interminable camino al baño, el orín, la tabla inevitable,
El responsable aseo, las manos y la cara,
Finalmente el espejo,
Las miradas,
Lo real,
La tiza.
Las palabras escondidas en la tiza partida,
La lengua aturdida atacando el paladar,
Esa lagrima mínima viajando hacia la boca,
Ese beso imaginado, tibio, absurdo, final,
Todos los gritos inundando las arterias,
Verdes…
Las manos, el aplauso acurrucado, presto,
Amasijo de tintas, papeles blancos y una pluma,
La nerviosa lengua, la retaguardia de los dientes,
Un domingo innecesario y peras inmaduras,
Las estrellas que envejecen, la mentirosa luz,
Los arboles negros y ruidosos en agosto,
El silencio color piedra de los gatos,
El sueño rompelabios, el ángel gelatina,
Todo el aire que ha escapado a mi respiración,
El sudor, la sangre evaporada, la pellizcada sien,
La luna malcriada, el deseo, los ojos bien cerrados,
Todos los monjes, las cortinas y las tinieblas,
Ese instante, las almohadas, los navegantes pies,
Una escena que se escapa del teatro, la mañana,
Las imágenes tentadas que huyen hacia sus horizontes,
Querer volver, a veces se ha logrado, no tudei,
El cuerpo quejoso, la cintura, horizontal, vertical,
El interminable camino al baño, el orín, la tabla inevitable,
El responsable aseo, las manos y la cara,
Finalmente el espejo,
Las miradas,
Lo real,
La tiza.
17 mar 2011
Plumas y negro carbón liquido
Pregunta, pregunta, siempre las preguntas, desesperadas, con rostro de rinoceronte, entre el borde salvaje y todo el ropaje labial, entre corduras enloquecidas y locuras frescas, confrontaciones y contradicciones, contorsiones, consolaciones.
Rituales de Rataplan que arañan todos los intentos, que encapsulan, que nos quieren colocar en el lugar que no inventamos, pero a veces descansamos a su sombra, necesitamos un dioscorderosilla.
Pero las líneas negras que horadan al papel son libres, libres e inquietas, como tiemblan, repletas de todas las cegueras, pero siempre bailando líneas.
Pueden mostrar cielos, vientos, dientes, pasiones, pequeñas estrellas que iluminan y no, e inmensas densidades de una cabellera negra.
La tinta es el alfiler, no, la aguja, que va cosiendo personajes, con hilo de pan azimo, Personaspersonajes que no entienden, que luchan, temblorosos, jadeantes, tratando de atrapar puñados de aire puro y cada tanto una ducha.
Blancos, blancos espacios que flotan, se besan, se acarician, se aman, se abrazan, siempre en el borde ¿borde de la línea? ¿borde de los dedos? ¿ borde de los bordes?
Y siempre desnudos, frágiles y fuertes al mismo tiempo, con el dolor de saberse no cobijados por la tela que tejemos entre todos.
Y siempre desnudos, rígidos, relajados, serios, sonrientes, bailando sin saber qué bailan.
Allí están, cada uno de ellos, reflejados en los espejos sin reconocerse.
¿Y de nosotros qué? Sentados a un costadito no sabemos cómo…
Nos robaron estrellas, mataron mis lunas,
Esa lágrima única, inmensa, infinita, llovida,
Arquean mi espalda, desgarra mis hombros eléctricos,
Ven, dime cómo me llamo, susurra mi nombre, dime,
Ven, pídele a estas líneas que beban mi aliento, mi paladar,
Te pido un segundo, te quiero a mi lado, cerca, ahí,
Me dejaste todas las sombras que creo tu cuerpo bajo el sol.
Pero todo cae en la garganta incorrecta,
En la mano perdida, en la tinta furiosa,
Pero aún sueño con un cielo imaginado,
Demasiado sueño.
.
Pregunta, pregunta, siempre las preguntas, desesperadas, con rostro de rinoceronte, entre el borde salvaje y todo el ropaje labial, entre corduras enloquecidas y locuras frescas, confrontaciones y contradicciones, contorsiones, consolaciones.
Rituales de Rataplan que arañan todos los intentos, que encapsulan, que nos quieren colocar en el lugar que no inventamos, pero a veces descansamos a su sombra, necesitamos un dioscorderosilla.
Pero las líneas negras que horadan al papel son libres, libres e inquietas, como tiemblan, repletas de todas las cegueras, pero siempre bailando líneas.
Pueden mostrar cielos, vientos, dientes, pasiones, pequeñas estrellas que iluminan y no, e inmensas densidades de una cabellera negra.
La tinta es el alfiler, no, la aguja, que va cosiendo personajes, con hilo de pan azimo, Personaspersonajes que no entienden, que luchan, temblorosos, jadeantes, tratando de atrapar puñados de aire puro y cada tanto una ducha.
Blancos, blancos espacios que flotan, se besan, se acarician, se aman, se abrazan, siempre en el borde ¿borde de la línea? ¿borde de los dedos? ¿ borde de los bordes?
Y siempre desnudos, frágiles y fuertes al mismo tiempo, con el dolor de saberse no cobijados por la tela que tejemos entre todos.
Y siempre desnudos, rígidos, relajados, serios, sonrientes, bailando sin saber qué bailan.
Allí están, cada uno de ellos, reflejados en los espejos sin reconocerse.
¿Y de nosotros qué? Sentados a un costadito no sabemos cómo…
Nos robaron estrellas, mataron mis lunas,
Esa lágrima única, inmensa, infinita, llovida,
Arquean mi espalda, desgarra mis hombros eléctricos,
Ven, dime cómo me llamo, susurra mi nombre, dime,
Ven, pídele a estas líneas que beban mi aliento, mi paladar,
Te pido un segundo, te quiero a mi lado, cerca, ahí,
Me dejaste todas las sombras que creo tu cuerpo bajo el sol.
Pero todo cae en la garganta incorrecta,
En la mano perdida, en la tinta furiosa,
Pero aún sueño con un cielo imaginado,
Demasiado sueño.
.
15 mar 2011
Mis tenaz musculo, aroma a madera vieja,
Antiguos helechos rojos y un otoño sin hechizos,
Mi garganta, las espinas disueltas cada noche,
Una mirada inventada huye anclada hacia una selva,
Mis manos, la tinta rebelde, el papel de peras dulces,
Las letras, mis letras secretadas, soñando intenciones de poetas,
El suelo, ese dios horizonte, la ciudad, los terribles relojes, la esquina,
El abrazo, de mis sueños líquidos, se deshace entero en la vasija,
Los recuerdos, tan brillantes ahora, de dos manos que deseaba eternas,
Siempre mis cabellos, con senderos para tus manos celestes, siempre,
Cuerpoviento soplando sonrisas para alejarlas del olvido, claro que si los labios,
Mis pecho resguardando un rostro, de ti, en esos únicos segundos reales,
Arrancando nieblas con mis uñas, con mis dientes, con tripas empecinadas.
Antiguos helechos rojos y un otoño sin hechizos,
Mi garganta, las espinas disueltas cada noche,
Una mirada inventada huye anclada hacia una selva,
Mis manos, la tinta rebelde, el papel de peras dulces,
Las letras, mis letras secretadas, soñando intenciones de poetas,
El suelo, ese dios horizonte, la ciudad, los terribles relojes, la esquina,
El abrazo, de mis sueños líquidos, se deshace entero en la vasija,
Los recuerdos, tan brillantes ahora, de dos manos que deseaba eternas,
Siempre mis cabellos, con senderos para tus manos celestes, siempre,
Cuerpoviento soplando sonrisas para alejarlas del olvido, claro que si los labios,
Mis pecho resguardando un rostro, de ti, en esos únicos segundos reales,
Arrancando nieblas con mis uñas, con mis dientes, con tripas empecinadas.
10 mar 2011
La exhalación se queda en las arterias, goteando, horadando,
La lengua nocturna saborea los silencios inventados por un corazón,
Allí donde llegó puede medir la soledad en siglos y viscosidades,
Su sombra arribará mucho mas tarde, esclava de algún sol tedioso,
Ha guardado su nombre debajo de la piel del muslo, invisible, inútil,
Intenta extensos nombres, los escribe, los guarda en su cajita de arroz,
Se ha guardado un diente para sonreír, y un labio por si cabe un beso,
Temprano, siempre, expele las palabras aprendidas, las coloca en barquitos,
Al mediodía inventa un mar rabioso, con agua de porcelana y mimbre,
A la tarde despide a los barquitos y saluda con su pañuelo las partidas,
La inspiración confunde a sus pulmones, se creen halcones agresivos,
Vestido de cirujano extrae las caderas y las miradas imaginadas y una piedra,
Todas esas cosas encerradas en un pliegue de un iris, temblando, gimiendo,
Mira la tierra húmeda, sus huellas están ahí, lo aguardan, toman té de menta,
Mira el cielo, nunca dejan de caer dioses y diosas, no estallan al tocar el piso,
Mira su ultima mirada, se quita los ojos y los deja entre la savia lenta de la higuera,
Esa enorme maquinaria de carne y curiosidad descose la inmovilidad,
Sin embargo deja pedacitos de espalda en el sendero, por si alguien lo busca,
Pero no se da vueltas a mirar, si lo buscan que lo alcancen.
La lengua nocturna saborea los silencios inventados por un corazón,
Allí donde llegó puede medir la soledad en siglos y viscosidades,
Su sombra arribará mucho mas tarde, esclava de algún sol tedioso,
Ha guardado su nombre debajo de la piel del muslo, invisible, inútil,
Intenta extensos nombres, los escribe, los guarda en su cajita de arroz,
Se ha guardado un diente para sonreír, y un labio por si cabe un beso,
Temprano, siempre, expele las palabras aprendidas, las coloca en barquitos,
Al mediodía inventa un mar rabioso, con agua de porcelana y mimbre,
A la tarde despide a los barquitos y saluda con su pañuelo las partidas,
La inspiración confunde a sus pulmones, se creen halcones agresivos,
Vestido de cirujano extrae las caderas y las miradas imaginadas y una piedra,
Todas esas cosas encerradas en un pliegue de un iris, temblando, gimiendo,
Mira la tierra húmeda, sus huellas están ahí, lo aguardan, toman té de menta,
Mira el cielo, nunca dejan de caer dioses y diosas, no estallan al tocar el piso,
Mira su ultima mirada, se quita los ojos y los deja entre la savia lenta de la higuera,
Esa enorme maquinaria de carne y curiosidad descose la inmovilidad,
Sin embargo deja pedacitos de espalda en el sendero, por si alguien lo busca,
Pero no se da vueltas a mirar, si lo buscan que lo alcancen.
6 mar 2011
Vino el doctor, con ropa negra, camisa blanca, serio, serio,
Él si que sabe, es Doctor, apenas me mira, mira el suelo, un rato,
Dice: lo siento usted es un metatarso, si, recubierto de tejido áspero,
Lo bueno, siguió, es que sigue con cobertura médica, y mis visitas,
Lo malo es que no se podrá vacunar contra el Aspergillus Honoriensis,
Nunca me animé a preguntar a un doctor, con su gelatina de verdad,
Nunca dejé de aspirar y exhalar cuando ellos lo requerían, siempre,
Nunca dejé de toser esa tos de madera a balsa cuando lo mandaban,
Nunca le clavé una puñalada cuando me ponía el cosito metálico, del estetoscopio,
Siempre estaba frío, pero yo valiente como soldado napoleónico varado en Rusia,
Pero esta vez, no.
Podría decirme, dije, que soy nuevamente doctor, despacito ¿si?
Él con voz de buque de guerra me deletreó M E T A T A R S O,
No reflexioné, ningún pensamiento pudo pasar por mi pituitaria,
Arrebaté ese bolso odioso negro que llevan los médicos, saqué una gasa,
Con habilidad irreconocible la afile, brillaba, limpia, con brillitos dorados,
La rebanada del brazo derecho del doctor no brillaba, era rojo y lepra,
Rompí un diploma cerca de su nariz, con cuidado tapé sus fosas nasales,
El diploma no era de medico era de cocinero de papillas bajas calorías,
Ese material es superior al diploma de medico para tapar fosas nasales,
Acudí nuevamente al bolso otra vez, extraje un bisturí tan bello,
Luego de un tratamiento con ácidos y algas marinas verdeazules,
Quedo como un pequeño martillo, muy bonito, artesanal, simple,
Con velocidad tremenda uniformemente constante comencé a martillarle,
La cabeza pelada, respondía con bellos sonidos dignos de tribus ancestrales,
Esta operación duro 48 días, no dormí ni comí garbanzos en ese lapso,
Hasta que llegué a un color morado y dupliqué el volumen de su cráneo,
Estaba feliz, el resultado estético era mejor que lo esperado, faltaba refinar,
Unté su cuerpo en miel y arrope, con una pesada plancha alisé sus orejas,
Muy bien, muy bien, me felicité a mi mismo, las musas me habían acompañado,
Llamé a mi abuelo, le dije que lo entregara en la sala 5 del hospital Korres,
Tomé posición de metatarso, suspiré, y descansé, quizás por años, siglos porque no,
Eso si apenas despierto concurrí a un citado nosocomio a vacunarme,
Recordaba muy bien ese poderoso fungi ASPERGILLUS HONORIENSIS.
Él si que sabe, es Doctor, apenas me mira, mira el suelo, un rato,
Dice: lo siento usted es un metatarso, si, recubierto de tejido áspero,
Lo bueno, siguió, es que sigue con cobertura médica, y mis visitas,
Lo malo es que no se podrá vacunar contra el Aspergillus Honoriensis,
Nunca me animé a preguntar a un doctor, con su gelatina de verdad,
Nunca dejé de aspirar y exhalar cuando ellos lo requerían, siempre,
Nunca dejé de toser esa tos de madera a balsa cuando lo mandaban,
Nunca le clavé una puñalada cuando me ponía el cosito metálico, del estetoscopio,
Siempre estaba frío, pero yo valiente como soldado napoleónico varado en Rusia,
Pero esta vez, no.
Podría decirme, dije, que soy nuevamente doctor, despacito ¿si?
Él con voz de buque de guerra me deletreó M E T A T A R S O,
No reflexioné, ningún pensamiento pudo pasar por mi pituitaria,
Arrebaté ese bolso odioso negro que llevan los médicos, saqué una gasa,
Con habilidad irreconocible la afile, brillaba, limpia, con brillitos dorados,
La rebanada del brazo derecho del doctor no brillaba, era rojo y lepra,
Rompí un diploma cerca de su nariz, con cuidado tapé sus fosas nasales,
El diploma no era de medico era de cocinero de papillas bajas calorías,
Ese material es superior al diploma de medico para tapar fosas nasales,
Acudí nuevamente al bolso otra vez, extraje un bisturí tan bello,
Luego de un tratamiento con ácidos y algas marinas verdeazules,
Quedo como un pequeño martillo, muy bonito, artesanal, simple,
Con velocidad tremenda uniformemente constante comencé a martillarle,
La cabeza pelada, respondía con bellos sonidos dignos de tribus ancestrales,
Esta operación duro 48 días, no dormí ni comí garbanzos en ese lapso,
Hasta que llegué a un color morado y dupliqué el volumen de su cráneo,
Estaba feliz, el resultado estético era mejor que lo esperado, faltaba refinar,
Unté su cuerpo en miel y arrope, con una pesada plancha alisé sus orejas,
Muy bien, muy bien, me felicité a mi mismo, las musas me habían acompañado,
Llamé a mi abuelo, le dije que lo entregara en la sala 5 del hospital Korres,
Tomé posición de metatarso, suspiré, y descansé, quizás por años, siglos porque no,
Eso si apenas despierto concurrí a un citado nosocomio a vacunarme,
Recordaba muy bien ese poderoso fungi ASPERGILLUS HONORIENSIS.
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