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28 ene 2011
20 ene 2011
Despacio pintaba silencios e ies en los tímidos labios tiernos y alcalinos,
De rodillas, eligiendo pinceles demorados, de espinaca blanca, chuecos,
Recorriendo el espinoso surco de músculos reptantes, violetas, generosos,
Conocía el rostro, lo paría en medianoche con hechizos de arroz templado,
Rió cuando reconoció esa ceja bocetada con la sombra de un gran pez,
Era un rostro, no, eran miles, poderosos soplidos de aire fiel y nieblas,
La piel, esa vela esbelta, plena, de aquel líquido barco, robado a las tormentas,
Esa furia al partir, con golpes de luna llena, un tímido cometa, corazón de azogue,
El perfil de la loba madre, necesario es el filo de sus dientes para las inermes manos,
Alcanzar la cumbre de un tobillo de la divinidad, deshacer la nube y alcanzar el grito,
Disolver todos los espejos mentirosos con saliva de felinos, de serpientes, de cangrejos,
Mas luego, recostarse sobre su vientre, dormir y barrer los sueños en su salada boca,
Pintar tímidos labios en alcalinas y tiernas ies, despacio, muy despacio, más despacio.
De rodillas, eligiendo pinceles demorados, de espinaca blanca, chuecos,
Recorriendo el espinoso surco de músculos reptantes, violetas, generosos,
Conocía el rostro, lo paría en medianoche con hechizos de arroz templado,
Rió cuando reconoció esa ceja bocetada con la sombra de un gran pez,
Era un rostro, no, eran miles, poderosos soplidos de aire fiel y nieblas,
La piel, esa vela esbelta, plena, de aquel líquido barco, robado a las tormentas,
Esa furia al partir, con golpes de luna llena, un tímido cometa, corazón de azogue,
El perfil de la loba madre, necesario es el filo de sus dientes para las inermes manos,
Alcanzar la cumbre de un tobillo de la divinidad, deshacer la nube y alcanzar el grito,
Disolver todos los espejos mentirosos con saliva de felinos, de serpientes, de cangrejos,
Mas luego, recostarse sobre su vientre, dormir y barrer los sueños en su salada boca,
Pintar tímidos labios en alcalinas y tiernas ies, despacio, muy despacio, más despacio.
17 ene 2011
15 ene 2011
Él, arropado con la sombra de una acacia, y tierra en sus tendones,
Caminando sobre dientes desgastados, secos, crocantes, inútiles,
Atravesando cuerpo tras cuerpo, sintiendo órganos y huesos, labios,
El corazón que late es duro de horadar, con su aliento y su vapor rebeldes,
Ese camino indeseable pero obligado, elegir el blanco caminante,
Odia las uñas, dejan cicatrices, ríos de colágeno claro, mucosas,
Cada cuerpo invadido delata su anormal ceguera, sus sueños a veces,
Ser el ángel que te halla, susurrando que serás la visión del sudario,
Ser el ángel de alas atrofiadas, con irritados muslos y talones de hielo,
Ser el ángel separado de sus cielos, conjugando todas las arterias,
Preferir ese amanecer, con un sol pequeño y piel saltada con ajo,
No se cansa, no puede cansarse, el universo ríe, los búfalos también,
Hoy, como todos los viernes, intentara volar, correrá, se arrojara al vacío,
Hoy, como todos los viernes, el suelo y sus mejillas se besaran otra vez,
Su sangre se secará, su mejilla sanará, su angustia pedirá otro viernes,
Imagina entonces ese útero tierno, líquido, inexistente por ser de ángel,
¿Por qué no buscar el vientre diferente pero igual? masticador de gallos,
Pero él es un atravesador de humanos, devolver la arena al mar, siempre,
Sus pies ordenan, el aroma delata, sin pausa se encamina, no hay culpa.
Como un río
Si, como un río
Caminando sobre dientes desgastados, secos, crocantes, inútiles,
Atravesando cuerpo tras cuerpo, sintiendo órganos y huesos, labios,
El corazón que late es duro de horadar, con su aliento y su vapor rebeldes,
Ese camino indeseable pero obligado, elegir el blanco caminante,
Odia las uñas, dejan cicatrices, ríos de colágeno claro, mucosas,
Cada cuerpo invadido delata su anormal ceguera, sus sueños a veces,
Ser el ángel que te halla, susurrando que serás la visión del sudario,
Ser el ángel de alas atrofiadas, con irritados muslos y talones de hielo,
Ser el ángel separado de sus cielos, conjugando todas las arterias,
Preferir ese amanecer, con un sol pequeño y piel saltada con ajo,
No se cansa, no puede cansarse, el universo ríe, los búfalos también,
Hoy, como todos los viernes, intentara volar, correrá, se arrojara al vacío,
Hoy, como todos los viernes, el suelo y sus mejillas se besaran otra vez,
Su sangre se secará, su mejilla sanará, su angustia pedirá otro viernes,
Imagina entonces ese útero tierno, líquido, inexistente por ser de ángel,
¿Por qué no buscar el vientre diferente pero igual? masticador de gallos,
Pero él es un atravesador de humanos, devolver la arena al mar, siempre,
Sus pies ordenan, el aroma delata, sin pausa se encamina, no hay culpa.
Como un río
Si, como un río
14 ene 2011
9 ene 2011
Una vena fatigada y mil anzuelos clavados en las inútiles retinas,
Sus parpados y las espumas, el dolor de la sal, sus lenguas salpicadas,
Sus pies apartados, buscando nubes encontrando ojales y una orilla,
¿Regresara? Sentado, con su cigarrillo hundido en mar de leche,
¿Regresara? el cuello quebrado, la enorme astilla suturando sus cabezas,
¿Regresara? Una infinita fila de lomos blancos de caballos ensillados,
Sus rosas de hojaldre y ese tobillo serio, rojo, dolorido ¿imaginado?
Inventa una cabeza que escupe espinas que devoran espinas vegetales,
Inventa un esófago azul, con almidón y fuego le quita lo rugoso,
Inventa manos torpes y una maquina que convierte piel en gajos,
La vieja acostada, masticando amores sin tragarlos, sin sentir su sabor,
La vieja pies de luna, acaricia la nuca, se guarda la moneda, empuja,
La vieja vientre de aceites, lo ha elegido y sonríe con sus dientes en la mano,
Suplica crear un dios para sentirse creado, no sabe moldear alas ni cielos,
No esta perdido, conoce los rituales de todos los árboles del bosque,
Sus brazos ya no están,
No recuerda como se respira, no recuerda ese corazón y se da cuenta,
Sonríe,
Sonríe, escucha el remo,
Sonríe, la barcaza golpea el muelle,
Sonríe, la laguna hierve ese escarlata perpetuo
Sus parpados y las espumas, el dolor de la sal, sus lenguas salpicadas,
Sus pies apartados, buscando nubes encontrando ojales y una orilla,
¿Regresara? Sentado, con su cigarrillo hundido en mar de leche,
¿Regresara? el cuello quebrado, la enorme astilla suturando sus cabezas,
¿Regresara? Una infinita fila de lomos blancos de caballos ensillados,
Sus rosas de hojaldre y ese tobillo serio, rojo, dolorido ¿imaginado?
Inventa una cabeza que escupe espinas que devoran espinas vegetales,
Inventa un esófago azul, con almidón y fuego le quita lo rugoso,
Inventa manos torpes y una maquina que convierte piel en gajos,
La vieja acostada, masticando amores sin tragarlos, sin sentir su sabor,
La vieja pies de luna, acaricia la nuca, se guarda la moneda, empuja,
La vieja vientre de aceites, lo ha elegido y sonríe con sus dientes en la mano,
Suplica crear un dios para sentirse creado, no sabe moldear alas ni cielos,
No esta perdido, conoce los rituales de todos los árboles del bosque,
Sus brazos ya no están,
No recuerda como se respira, no recuerda ese corazón y se da cuenta,
Sonríe,
Sonríe, escucha el remo,
Sonríe, la barcaza golpea el muelle,
Sonríe, la laguna hierve ese escarlata perpetuo
2 ene 2011
Una rebanada de Dios se pegó a su rostro,
Intento huir de todos sus pasados, paso a paso, hacia atrás,
Dios flameaba en sus parpados, sus manos de saliva ahora,
Su lengua ardió como una vieja zarza y buscó la ceguera,
De su mentón goteaban ácidos y volaban pequeñas moscas escarlatas,
Daba vueltas y vueltas, con su traje de abdómenes silenciados,
Estiró sus dientes, los estiró más y mordió al gajo de deidad,
Dios era salado, picante, difícil de tragar, se pegaba a las muelas,
Sus orejas acudieron a rehacer aquello que se llevó la mordida,
Una erección era impensable, pero pasó y sintió culpa,
Cercenó cualquier imagen de esa parte de dios en su rostro,
No sabía que era madera la que soportaba su espalda atragantada,
Su rostro dolía más que cualquier metal que besara el hueso,
Consiguió afilar sus tiernas pestañas, oscuras, inútiles para sus pupilas secas,
Abrió y cerró los ojos mil años o más, alas de colibrí, repitió y repitió,
Solo herir deseaba, arrojar un firmamento doloroso a su creador,
Recordó los rostros sin saber los nombres, su paladar caía de a poco,
Recordó también que el frío lastima más que lo que arde y crepita,
Recordó cada tono que forma un latigazo y la brisa escarmentada,
Sus labios se unieron para no separarse jamás, su nariz poco importaba,
Imaginó un enorme ejército de felinos, imagino sus dientes transparentes,
Invadieron su nuca y su garganta un millar de palabras minusválidas,
Los músculos de su mandíbula nadaron hacia una costa de pezones,
Imploró, sin decir, que le dejaran dormir, nadie se animó a despertarlo,
Allí quedó.
Solo, tibio.
Inmóvil sobre la tierra, esperando a los hambrientos.
Intento huir de todos sus pasados, paso a paso, hacia atrás,
Dios flameaba en sus parpados, sus manos de saliva ahora,
Su lengua ardió como una vieja zarza y buscó la ceguera,
De su mentón goteaban ácidos y volaban pequeñas moscas escarlatas,
Daba vueltas y vueltas, con su traje de abdómenes silenciados,
Estiró sus dientes, los estiró más y mordió al gajo de deidad,
Dios era salado, picante, difícil de tragar, se pegaba a las muelas,
Sus orejas acudieron a rehacer aquello que se llevó la mordida,
Una erección era impensable, pero pasó y sintió culpa,
Cercenó cualquier imagen de esa parte de dios en su rostro,
No sabía que era madera la que soportaba su espalda atragantada,
Su rostro dolía más que cualquier metal que besara el hueso,
Consiguió afilar sus tiernas pestañas, oscuras, inútiles para sus pupilas secas,
Abrió y cerró los ojos mil años o más, alas de colibrí, repitió y repitió,
Solo herir deseaba, arrojar un firmamento doloroso a su creador,
Recordó los rostros sin saber los nombres, su paladar caía de a poco,
Recordó también que el frío lastima más que lo que arde y crepita,
Recordó cada tono que forma un latigazo y la brisa escarmentada,
Sus labios se unieron para no separarse jamás, su nariz poco importaba,
Imaginó un enorme ejército de felinos, imagino sus dientes transparentes,
Invadieron su nuca y su garganta un millar de palabras minusválidas,
Los músculos de su mandíbula nadaron hacia una costa de pezones,
Imploró, sin decir, que le dejaran dormir, nadie se animó a despertarlo,
Allí quedó.
Solo, tibio.
Inmóvil sobre la tierra, esperando a los hambrientos.
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