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30 dic 2008
23 dic 2008
17 dic 2008
Llueve otra ves, vez
Hoy llueven pequeñas aceitunas fileteadas,
Y observo demasiadas personas masticando sus teléfonos celulares,
Ahora los hacen de sabor frutilla, me dijeron,
Pero no te comas el cargador, me volvieron a decir.
Prefiero las peras, rellenas de uñas si es posible.
Escucho demasiadas palabras repetidas y repetidas,
Me desconcentran al escribir tan bellas sentencias,
Un hombre viejo se fundió a mi lado,
La gente lo pisa y putea porque es muy pegajoso,
Tomo su ojo para enviárselo a su gato,
Grito: ¡Abre tu mente!
Cuatro me amenazan: ¿Para que crees que construimos esta casita?
¿Para que alguien venga a echarnos?
Los cuatro soplan vientos muy filosos que me cortan y transforman,
Ahora soy una pila de cubitos de un centímetro de lado,
Caigo o caen por una calle con pendiente,
Con mi mente, repartida en ciento sesenta y ocho cubitos,
Logro crear una energía que mantiene a los cubos juntitos
Cayendo por la interminable calle como dados.
Un cubito le grita a otro: ¡Estoy solo!
Otro cubito le dice: Si
Tres cubitos lloran, seis cubitos ríen, ciento tres caen y caen indiferentes,
El resto muestra cierta ansiedad,
Me duele la garganta, pero ¿en que cubos se alberga?
Un grupo de cubitos avisa: Todo texto tiene introducción, desarrollo y final,
Un millar se niega a seguir tal sentencia cuasi imperativa,
Otros cubos hablan de las continuas contradicciones del ser humano,
Otros, más bestiales, se comen otros cubitos,
Se preguntan: ¿Es esto un acto caníbal?
Nadie contesta,
Las aceitunas fileteadas hacen todo más difícil,
Dios mío, empieza la plegaria de un cubito, que lluevan paños verdes y suaves,
Siguen lloviendo esos verdes filetes, la plegaria de poco sirvió
¿Y los carozos?
Ya están en el cielo, interviene un cubito que se ha canonizado a si mismo,
Los cubitos que tienen algo de mis huesos suenan a dientes de miedo,
Un cubito de lengua cae a ritmo de caracol,
Que difícil es mantener tantos cubitos juntitos y con un objetivo único,
No hay libros de autoayuda para cubitos, y es una dura noticia,
No es hora de que este trayecto sin sentido termine,
Otro dice: Seguro que al final de la pendiente hay una pared
Y allí por fuerza del impacto volvemos a ser Carlos Leiro.
Es un final previsible, bien a lo Hollywood
Pero eso no pasa, hay un poderoso impacto de cubitos,
Con una intensidad de varios megatones,
Pero del humo producido por el choque sale un tapir con nariz de pollo,
Una lagartija embarazada y una “ele” que busca una vocal.
Fin, no sé, ¿Fin?, te dije que no sé, ¿entendés o no entendés?