16 may 2010

Tu silencio, toma una estrella, cúbrela con barro, busca una lengua,
Elabora un buen camino hasta la cima de la montaña nunca vista,
Prefieres la soledad en blanco y negro pero el espejo quiere ver tu espalda,
Una anciana, quizás ella, te dice que no ha venido y tú sabes que no vendrá,
Tus manos lloran como niños, escapan, tus brazos no se van, ya no creen.
Lames el aire, reconoces el sabor del desamparo, tus dientes no se mueven,
Lentamente tus ojos empiezan a girar, escupen lágrimas botánicas, ahora ríes.
Miraras cien veces la herida que te dejó tu hijo, no deja de sangrar, negro,
De alguna manera envías tu respiración hacia tu hombro, te deformas,
Dejas que el astro ocupe el centro, una arcada violenta lo deshace, eso buscaste,
Ahora si, las tijeras quitan restos de carne y sangre, ahora si, desnudo.
No quieres mostrarte, ocúltenme pides a gritos, pero ella te ve, lo sabes.
Tu rostro cuelga de tu cabeza gacha, cercenas todas las voces invasoras,
Te animas a mirar, despacito, su cuerpo, lejano aun, te deshaces del “no quiero”
Tiembla tu temblar, tus lágrimas se esconden en tu nuca, ella está, si, está.
No puedes dejar de cerrar tus ojos, lagrimas y saliva se mezclan, estás atento,
Sin moverte, empiezas a escuchar sus pasos, pero no sabes si se acercan o se van.
Sigues parado, si, y no sabes.

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