El reloj ovalado
El sueño que sueño destroza noches completas, tibias bajo las mantas,
Un rostro que ríe con mis dientes, que arrebata las corduras de los azules hombres,
Mil hierros hechos de alfileres finos vuelan y atraviesan mi cuerpo, las moscas miran,
Un golpe perfecto destroza mi tobillo, corro y la mano dorada, sin hueso, cura,
Un abrazo aparece, está a mil leguas de aquí, tiemblo y voy del cielo al mar, inquieto,
Recostado sobre ese océano recién aparecido, que duda cual de sus olas enviarme para arrastrar las leves memorias escondidas,
El más fino de los hilos muerde mi centro y me toma, ahora cuelgo sobre el monte helado,
Cansado de ser titiritero me derrama sobre un espejo, tomo nota que mi vientre agujereado muestra el hígado a quien quiera verlo,
La carne de mujer, mi boca sedienta, la piel que muerde, mi mentón que agrede,
Así hasta que apoyo mi cabeza en un muslo agotado, dispuesto a ver su rostro, caigo.
Caigo desde el infinito hacia mi cuerpo, que salpica restos blancos y un poquito de tierra,
La tela es tela, la pared es pared, la ventana es ventana, yo ni sé de telas, de paredes, de ventanas y de yos
1 comentario:
Déjate caer.
Abrazo.
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