Los labios aterrados por el número mágico,
El ala de un pájaro espejo toca mi frente,
La ropa se deshace, encorvado, indefenso,
Las rodillas van al barro, imagino mis muecas,
Mi sombra huele a piel quemada y a menta,
Me creo único pero soy millones, espalda contra espalda,
Mi columna tiene uñas, lastiman mi reposo,
De lejos un árbol dulce, ojala nunca te talen,
No sé si dará frutos, hojas de carne verde,
Reconozco los movimientos que empezaré,
El interior de los labios que a veces no se besan,
Su eterno entrecejo de ángel, sus pies de Magdalena,
Mi rodilla me llama a latigazos, el carcelero invisible,
Aquel que te va llenando de tiempo muy despacito,
Los surcos violetas colocados meticulosamente,
El siguiente paso es el ultimo, lo voy a dar bien despacio,
Cerraré mis ojos en el recuerdo de sus ojos, para atraparlos.
Lo sé.
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