18 oct 2006

Vivencias de algunos antepasados de Oriel Zolrak.

El bisabuelo de Zolrak pasó un tiempo en los valles de Prokravia, allí ejerció la recolección de elementos naturales, trató de inventar una nube filosa, e intentó dilucidar los enigmas de un universo paralelo y otro perpendicular. Ninguna de estas pasiones llegaron a nada, de los 70 tomos en blanco para completar con magnificas teorías y conclusiones firmes solo 3 sobrevivieron el resto paso a soporte de sus clases de Origami 3 D. En estos Valles donde solía caminar con patas de rana conoció a la mujer que se quedo con su alma dilatada y esquiva. Arka Temeinivona , una campesina de 12 años , con sonrisa simple y mirada perdida, hija de pastores alemanes.

El joven Zolrak, que era un señorito de 94 años cayó bajo el hechizo del amor sin poder dominar sus impulsos. Secuestró a Arka a punta de escarbadientes y huyó hacia tierras mediterráneas en donde se casaron y vivieron felices por 17 días. Allí las peleas entre ellos, a doce rounds y con cuenta de ocho, se hicieron imperdibles para los humildes habitantes del lugar. Arka Temeinivona marchó a Las Vegas en busca del titulo de los welters Juniors.

Rescatados de un antiguo bolso del Viejo Zolrak y escritos en cursiva sobre un antiquísimo pergamino de piel de ibis quedaron estos versos que el bisabuelo dedicó a Arka.

“Hoy seré el ángel simple con alas inmensas que transforma en susurro las olas lejanas para cobijarse en ti.

Hoy seré el ángel que bese tu almohada antes de que tu rostro llegue a acariciarla

Hoy seré el ángel que guarde tus sueños entre pétalos blancos

Hoy seré el ángel pleno, azul, que cuando tus parpados caigan, besara tu frente sin que te des cuenta

Hoy seré el ángel que tome tu mano y la suelte apenas antes del amanecer

Hoy seré el ángel que sueña contigo, para llevar tus sueños por un mar de cielos tibios y calmos.

Hoy no seré el ángel porque soy humano, con quiebres y saltos, con lagrima y risa, pero no estoy tan seguro de no soñar que soy tu ángel.”

Como vemos la poesía no era su fuerte, no así sus intentos por recorrer caminos. El bisabuelo de Zolrak marchó con paso firme bien lejos, demasiado lejos quizás.

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