22 sept 2006

Tres minutos


Tengo tres minutos para escribir algo notable, punzante, espiritual.

Tengo tres minutos porque una voz dentro de mí determino que este espacio vale tres minutos.

Pero le robaré tiempo al “deber ser” de un eficiente hombre que cumple sus funciones establecidas por el común de la sociedad.

Robaré tiempo para escribir sobre una sandia enorme que cae en la cabeza de un pelado en Marsella.

Robaré el tiempo para decir que cuando una mujer de pechos voluminosos corre hacia a mi, el movimiento que los pezones, cual pluma magistral dibuja en el espacio, tiene la forma de dos signos de infinito.

Ese extraño pensamiento me llevo a pensar que quizás Dios sea tetas que corren sudorosas por parques públicos, y dentro de mil años estatuas mujeres con pantaloncitos deportivos y auriculares de walkman o reproductores de mp3 en posición de sudorosa corrida ( corrida acepción argentina, no española) sean adoradas por miembros de una nueva religión puesto que las actuales parecen empeñadas en destruirse unas a otras.

Puta el hombre propone y el teléfono dispone, no se que papeles apostillados, diría mi amiga Lidia, necesitan de un tratamiento embellecedor.

No hay comentarios.:

Free counter and web stats