Robé tantas bocas, para ti, para que digas, no para el beso,
Bajo el mar no siento tu silueta, el profundo puño de agua.
El arriba se alojó en mi espalda, quietito, sin voz, sin sombra,
Imprecisas burbujas arrancan toda la sal de mis manos,
Ya no respiro, soy espera eterna, caigo hacia costados invisibles,
Mis párpados se hinchan, globos negros que invaginan mis pestañas,
Escupo una corriente de mimbre, mis pies se reúnen y se sueltan,
Intento llenar tus manos con mi piel, sentir el temor de tus dedos,
No importa si es aire, agua o hielo, he retrocedido mil años y mas,
No importa cuantas veces te soñé detenida entre la espuma secreta,
Eres palabras, hijas de palabras, tus manos se detienen siempre, siempre,
Los abrazos se disuelven, el océano hoy gotea en una estrella.
Tú los sabes, yo lo sé, pero el gran oído se ha derretido en el coral,
Nadie puede ver a través de la pupila herida de alfiler, no lo creo.
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