7 jun 2010


Hoy no hay dibujo, tampoco intentos de poemas. En estos días tropecé otra vez por casualidad con la palabra Treblinka. Recuerdo un dibujo que hice hace tiempo donde decía: “Todos debemos saber que fue Treblinka”
El recuerdo en estos momentos donde todo sucede como suma de presentes, y si todo es presentes, no hay pasado ni futuro.
Es necesario llamar y no olvidar cientos pasados, pues estos hechos que relataré pobremente, se volvieron a repetir en menor escala, y es atroz.

Si uno mira la historia nos queda Auschwitz como el campo de concentración como ejemplo del horror nazi, ver Primo Levi (¿Esto es un hombre? o “Los hundidos y los salvados”)

Pero Treblinka fue algo más, fue un campo de exterminio, una fabrica de matar, con toda la sistematización de una fabrica. Los prisioneros llegaban, se preparaban, se mataban, y se incineraban los cuerpos. Es el extremo de lo que llamo la violencia “Seca”
Una estructura de engranajes lista para sacrificar seres humanos, quizás, no lo sé, el odio venido a razón.

TREBLINKA


Construido por los nazis como parte del Holocausto, el aniquilamiento sistemático de judíos y otros grupos. Estuvo funcionando desde julio de 1942 hasta octubre de 1943 en el marco de la Segunda Guerra Mundial. Algunas estimaciones actuales dicen que 850.000 personas fueron asesinadas en ese lugar.
Treblinka estuvo listo el 24 de julio de 1942, cuando comenzó la deportación de judíos: “De acuerdo al informe de las SS Brigadeführer
Jürgen Stroop", un total de aproximadamente 310.000 judíos fueron transportados en trenes de carga desde el gueto de Varsovia a Treblinka durante el período comprendido entre el 22 de julio de 1942 y el 3 de octubre de 1942” ([1]).
La vía del tren se extendía desde la estación ferroviaria de Treblinka hasta dentro del campo. Había dos barracas cerca de las vías del tren que eran utilizadas para almacenar las pertenencias de los prisioneros. Una estaba disfrazada para parecer una estación de tren. Había otros dos edificios a 100 m de las vías. Contenían las ropas y pertenencias de los prisioneros. Una era utilizada como un cuarto para que las mujeres se desvistieran, en donde de la misma manera recibían un corte de cabello.
Había un oficial de caja, quien recolectaba el dinero y las joyas para “guardarlas en un lugar seguro”, una enfermería, donde los enfermos, viejos o ya fallecidos eran llevados, y una pequeña barraca con el símbolo de la Cruz Roja. Ahí, los prisioneros eran llevados a la orilla de una hoguera para ser quemados. Tenían que hacer este viaje desnudos antes de que les dispararan detrás de la cabeza ([8]).
Desde su entrevista con el SS Unterschaführer Franz Suchomel, Claude Lanzmann en [3] nos cuenta sobre los primeros días de Treblinka en agosto de 1942:

"Cuando llegué, Treblinka estaba operando a toda su capacidad. El gueto de Varsovia estaba siendo vaciado para entonces. Tres trenes llegaron en dos días, cada uno con tres, cuatro, cinco mil personas a bordo, todas de Varsovia... Así que llegaron tres trenes, y desde que la ofensiva contra Stalingrado estaba en su apogeo, los convoyes de judíos eran dejadas a un lado de la estación de tren. Lo que es más, los vagones eran franceses, hechos de acero. Así que mientras cinco mil judíos llegaban a Treblinka, tres mil morían en los vagones. Tenían las muñecas cortadas, o simplemente estaban muertos. De los que bajaban del tren, la mitad estaban muertos y la otra mitad locos. En los otros trenes que venían de Kielce y otras partes, al menos la mitad estaba muerta. Los apilábamos [en la rampa]. Miles de personas apiladas una encima de la otra en la rampa. Apiladas como madera. Además de esto, otros judíos, aún vivos, esperaban ahí durante dos días: las pequeñas cámaras de gas no podían dar abasto. Funcionaron día y noche durante aquel período.”

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