12 mar 2010

Un sonido liquido, se va perdiendo, un silencio de alas escondidas,
Así se crea el ruido insano de respiraciones violentas, quebradas,
Los pies pierden el chasquido a milímetros de sus suelas, creen que vuelan,
El sudor tibio cruje entre el trayecto de sus orejas y sus hombros, no lloran,
Las bocas no han dicho nada durante años, y saben todas las letras, como combinarlas y decirlas,
Tratan entonces de escuchar sus ojos, líquido azúcar reposado, sombreando las pestañas,
Ay amor tantos silencios en jardines eternos, pequeñas rosas salpicadas, se cuentan entre ellos,
No hay sabor más temido y adorado, el estrecho zumbido de la seda blanca con tu piel,
Arrojan sus mentes sobre el montón de ropa, intentan soñar que sueñan y que tus manos los abrazan,
El sueño concluye con los sonidos que tú escuchas, el sueño crea su propia sinfonía,
Metálica, celeste, cósmica, amarga, luciérnaga, burbujas, caramelo, cúbica,
Sus oídos han sucumbido, pero las torres de ruidos de uñas estallan una y otra vez,
Sin saberlo buscan el leve vibrar de unos labios limpios, imperfectos para que la luna sea una,
Nadan ondulados en corrientes de agudos, nadan de manera simple, sin agotarse,
Buscan esa playa que es espejo de tu lengua, necesitan noches y rojizas estrellas breves,
Pero el buscar es seguir buscando, intentando saltos de cuerpos frágiles en inmensas cataratas,
Nadie los ve llegar, nadie los vio salir, se sientan, exhalan, se miran los pies,
A elegir entre mil ríos que no han nadado.

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