Solo los humanos le hemos dado forma, habla, y vida a la muerte. El resto de los seres vivos ni saben que finalmente la muerte es más o menos importante que comer, que escapar, que atacar, que dormir.
Ha sido nuestro miedo el que ha inventado le irritante despedida, la intransigente perdida, las barcas, los oscuros hábitos, la guadaña, los búhos, las tormentas, el bestial fondo del mar, los ojos de los lobos.
Poco sabe la muerte sobre estas cosas, poco sabe la muerte de rezos o promesas.
Poco sabe la muerte de que se la llama “Muerte” y que es tan temida, no hay lengua que la llame o que la aleje, solo “es” porque somos “Yo, tú, él, nosotros, vosotros, ellos” los que de manera extraña le insuflamos vida.
Rumiando células a las que ha secado sin parar, durante todo el trayecto, sin poder con nuestras sentencias alejarla de los cuerpos y con el olvido aguardando paciente, observando la proximidad de los astros.
CL
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