Los gestos resbalan rumbo a una pegajosa serpentina,
Saliva helada, una mirada testigo,lengua almendrada,
Las manos pelean por anillos que nunca fueron “siempre”,
El gran manto violáceo arroja mucosas mentirosas,
¿Quién se lleva los nombres? ¿Los latidos? ¿Las pestañas?
Un brazo cae y rueda hacia un porvenir sin lenguas,
Un cuello inagotable dobla las angustias y las seca al sol,
Entre hombros se instalan las estrellas y unas aves,
Ya sin piernas penetra en una jungla ubre y savia,
La espalda se aleja sin tener memoria de las noches,
Solo queda un juramento, pero no la fe del que lo hizo.
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