el tomasueños
Ella no sabe de sus dormires, despierta frágil con sensaciones de auroras,
No sabe que en sus sueños ella sostiene todos los amaneceres,
Sus pulgares y sus índices le alcanzan para soltar el sol,
Tampoco sabe que sus abejas fabrican mares en sus colmenas,
Que un sable azul aguarda, quieto, la brisa que lo pulirá hasta la nada,
Que hay un río que orbita un planeta, y cada tanto un pez cae en otro río,
No sabe que sus parpados mastican lentamente el viento que se aleja de una bandera,
No sabe que las almohadas tiemblan cuando ella sueña negros demasiado negros,
En una noche además puede enhebrar todos los árboles que han sido bien cuidados,
Ni se imagina los altares construidos de suspiros y alientos agitados, secos,
Ella se da vuelta en la cama y tropiezan los astrónomos con sus estrellas,
Ella no sabe que la observo y cuido cada noche, los tenues movimientos,
Que originan hojas de azúcar en un hielo delgado, todo observo,
Soy el que construye el olvido, unos segundos antes de cada despertar, es injusto lo sé,
Ella no sabe de mi existencia, tampoco del gato que atrapa la línea del ecuador,
Miro, mejor, siento sus sueños, como cuando ella esparce trozos de cielo sobre el barro,
Me coloco a milímetros de su frente, estoy a miles de kilómetros de su alma costurera,
Imagino el color de sus ojos, pues nunca los he visto, su despertar me disuelve,
Ni se me ocurre tocarla, interrumpir sus sueños me traerían infiernos desbocados,
No pienses que la sueño, ni que ella me sueña a mí, sé de sus sueños no de soñadores,
Solo sé que cuando nos besa la luna puedo ver su rostro y acurrucarme, pero,
No debo perder ni un solo sueño, es lo que hago cada noche.
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