14 oct 2007


Sueños malheridos,
Amaneceres desgarrados a la noche,
Senderos caminados a paso lento.

No.

Nadie puede hallar lagrimas mañana,
Ni susurradas voces que miran hacia abajo.

No.

No saben de cansancio de talones,
No saben de las incesantes y pequeñas muertes cotidianas.

¿Ya te has ido?

¿Has desarmado tu esqueleto y estirado tu húmeda piel?

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3 comentarios:

eika dijo...

Si he muerto y no me he dado cuenta, a quién le pregunto la hora?

P. N.

Carlos Leiro dijo...

al Lobo, a Caperucita o a la Abuelita, tambien a un ruiseñor, porque no a un acomodador.
Se puede preguntar al viento, a las manos, a Jorge, a la suela de un zapato, a un trozo de cobre, a una feta de jamon crudo, a la calabaza de Cenicienta, a un gato al reves, a un notehasdadocuenta, a un esgrimista solitario, a esa nube flaca, a ese martir sangrante, a una uña lejana, a Luis, a las musas ajenas, a la sombra de un Cristo, a l sudor de Kirk Douglas en Espartaco, a una caja de alfajores , a un vino agrio, a esa Dora Dancan... jamas a un reloj ...

Clarice Baricco dijo...

Muy bien usted con sus letras y su arte.
Se siente.

Al tanto y recibe abrazos agradecidos.

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