“Los 'yanyauid' llegan generalmente al alba. Arrojan antorchas encendidas a las tiendas y, a mazazos, rompen los grandes recipientes de tierra cocida, que esparcen por el suelo su tesoro de mijo o de sorgo, que pronto comienza a arder. Dan vueltas en torno a las hogueras, con gritos terribles. Arrancan a los niños de los brazos de sus madres, para arrojarlos vivos a las hogueras. Violan a las mujeres, las maltratan y les abren el vientre”
Podría ser perfectamente la primer escena de una película de un Arnold Musculozenegger que en un tiempo ya muy lejano en el pasado, llega a su pueblo después de salir de caza y ve que su familia ha sido masacrada de manera tan terrible. Luego de un grito espantoso, henchido de cólera levanta las armas , mira al cielo y jura no detenerse hasta vengar a su familia. Uno se acomoda en el asiento del cine, y mientras tantea el pochocho se prepara para las siguientes dos horas de película de ficción.
Pero el relato del principio pertenece a la nota 'Lo que vi en Darfur' de Bernard-Henri Lévy publicada en el Diario El Mundo y trata sobre la terrible crisis humanitaria que vive parte de África. Ocurre ahora, en este instante.
Muchas veces cuando me dicen “el Mundo” tiendo a imaginar mí alrededor y multiplicarlo en todo el planeta. Qué trampas nos tiende nuestra simpleza. Mientras un empleado de Bill Gates en USA está peleando con microchips, monitores, troyanos, worms, hardware y software en otros lados pasan cosas tan diferentes como esta.
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