15 mar 2007


Es extraño y no sé de que manera extraña hoy se cruzan de alguna forma Elegía de Miguel Hernandez y esa extraña cosa que estoy pintando y que sale día a día, en la que puedo vislumbrar tambien una “Adoración de los Magos”

Aclaro que no quiero que sientan que comparo la obra de ese enorme poeta con mi trabajo. Solo digo que de alguna manera se rozan hoy y no puedo explicarlo.

En cuanto a Linfen, busquen en google y relacionen de manera rustica con un tango típico de Buenos Aires.

Todo muy absurdo.

Por supuesto se pierden los detalles que si se ven en los fragmentos de la obra.

Gracias a todos aquellos que visitan la pagina.

Un abrazo.

Elegía

de Miguel Hernandez

(En Orihuela, su pueblo y el mío, se
me ha muerto como del rayo Ramón Sijé,
con quien tanto quería.)

Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.

Alimentando lluvias, caracolas
y órganos mi dolor sin instrumento.
a las desalentadas amapolas

daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler me duele hasta el aliento.

Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.

No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.

Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.

Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.

No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.

En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta.

Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.

Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.

Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera

de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.

Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se irán a cada lado
disputando tu novia y las abejas.

Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.

A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.

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3 comentarios:

Simink® dijo...

Que bonito el hortelano y los estercoles!!! Quiero una ensalada ahora… es mas… de golpe siento que mi vida es ensalada de lechuga mantecosa con mucha cebolla… que es masticada y genera lagrimas y mas lagrimas… que seria el alma de uno?! Una aceituna? El cuerpo el tomate? Y nuestra sangre el aceite!?... demonios… debería dejar de delirar… sabía que eso que encontré tirado en el suelo no eran caramelos…

Emanuel - Simink®

PD es bueno tambien el saber que aun respiro despues de todo... seguiremos en contacto con la locura y quizas nos leeremos mas seguido...

Loredana Braghetto dijo...

un gusto volver a visitarte.

Anónimo dijo...

¡Elegía! Amo y adoro ese poema, es precioso. Tenía pensado poner algo de Miguel Hernandez en mi blog, ahora tendré que esperar je.

Hermoso leer algo de él con ésta lluvia.

Besos.

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