
Ese ángel que nunca supo porque no tenía nariz
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Entonces hoy desperté encima mió, justo parado encima de mi cabeza. Me dolía la cabeza, ambas, la de arriba no se por que, la de abajo por el peso de mi mismo sobre mí.
Salí a caminar, siempre arriba de mi mismo, no sé cuales de mis mismos elegía el recorrido. No es fácil estar encima de uno mismo todo el día, especialmente a la hora del almuerzo. Mientras yo comía, yo, de arriba, miraba como yo, de abajo, comía. No hablaré del rostro de mi novia Eudoropola cuando me vio, “vos y tus locuras”, puso cara de culo y caminamos un rato del brazo, del de abajo, yo el de arriba observaba cuanta caspa tenia mi novia desde arriba, en el futuro le regalaría productos anticaspa. Nos despedimos, bueno el de abajo se despidió, mi novia se retiro corriendo y cantando bajo la lluvia.
De inmediato la gran discusión yoistica de quien va arriba y quien va abajo, de cómo será en le futuro, de porque siempre tan complejo, etc etc etc . En Callao y Las Heras o por ahí, imagínate el espectáculo.
No llegué a ninguna conclusión eficiente, ni concreta, volví a casa. Ambos parados en el centro de mi hogar sin dirigirnos la palabra y angustiado uno furioso el otro.
Llamé, no recuerdo si el de arriba o el de abajo, a 0600- desvaneceteya y me desvanecí, al despertar ya no estaba mas encima mío, volví a estar en unidad con mi mismidad, al menos cuerpisticamente hablando. Lo recuerdo hoy por que llego la cuenta del teléfono del 0600-desvaneceteya que quedo funcionando horas durante aquel desvanecimiento.
Que caro esta el teléfono.
Insomnios de pestañas
Una nube/alfiler,
Oscura y de lengua de horizonte,
Una ilusión vagabunda, estepa, y rocío,
La nube muerde, la ilusión jadea,
Un crucifijo de goma y un labio cortado en dos,
La nube arremete, la ilusión se parte y reparte,
Un reloj brillante y embustero,
La nube truena gritos y miseria,
La ilusión espera debajo de mil camas,
Un instante se disfraza de cotidiano tranquilo y risa,
La nube tritura la cola de los afirmadores rotundos,
La ilusión no se mueve, miedo y fiebre,
Yo no sé, tu no sabes, el no sabe,
La nube lame un mar y vuelve hambrienta,
La ilusión se oculta en la espuma,
Quizás porque es blanca,
Quizás porque es fresca,
Quizás quien sabe.
Un gato no es un andén lleno de extraños fantasmas que creen que van a trabajar duro,
Un gato está más cercano a un conjunto de espacios indivisos que contienen diversos infinitos bien picaditos a mano y con aroma a ocaso.
Podríamos pensar un gato como una gran mentira filosa de algún dios opaco que huyó hacia la mortalidad para morir y volver a ser dios.
Eso si, un gato jamás será un anuncio de calzado deportivo con piel húmeda y ardientes arenas desérticas,
Pero busquemos en el Nodiccionario de indefiniciones escrito por nadie y que me esta impedido leer, y allí no encuentro lo siguiente:
Acaso un gato, enemigo de charcos tenues y nubes rosadas, está siempre al acecho de una gota de sangre resbaladiza,
Acaso un gato, esa eterna mirada de “nunca sabrás nada”, se ha comido las primeras estrellas del cielo de un dormidor agotado de sueños y otros sueños.
El gato.
Tu gato.
Un gato.
Gato mío y si te regalo este montoncito de letras que ha salido de mis dedos ¿asombraras a las tinieblas nocturnas?