19 may 2014

Viejo intento de poema:

Busqué un sillón, que no existía, para escuchar tus pasos,
Me sumergí en mi ojo para no ver aquel ocaso,
Mis dientes, metal, saliva salada,
No escuche ningún adiós,
Un mil años atrás,
Comencé a fabricar secos barriletes,
Ahorque una estrella y no se cual,
Caminé sobre una astilla que latía,
Soñé, con las sombras de una ausencia,
Soñé con la caricia,
Soñé mi cabeza hundiéndose en la almohada,
Corrí detrás de un calor, quizás una Julieta,
Cansado aun corrí y supe,
Que de arena eran mis arterias,
Maravillado, bajo un árbol respirante,
Verde mundo de hojas,
Verde,
Supe también que nadaba y que no había fin,
Pero temblé, y no he parado de temblar,
Grité, suplique por aquello sólido,
Y supe que nos callamos la ceguera,
Azul, azul de piedras heridas,
Y la imposibilidad de enviarte aquel sonido,
Tambaleante corté mi pelo y mis dedos,
No hubo sangre, solo ínfimas despedidas,
No supe quien era, pero quería besar un miedo,
Lloré un cuerpo rosa y una voz,
Y en ese cuerpo un tiempo de piedras pulidas me quedé,
De allí no huí, me fui despacito, pasos cortos,
Quise hacer de un mar un cometa,
Enviarlo, y esperar, esperarte,
Sentado sería mejor,
Sentado estaba bien,
Jugué con un castillo, pero salió tan frío,
Necesité tu mano y la imagine tan tersa,
Quizás se amaron, quizás no,
Desperté, ¿Desperté?, no de ti,
Escalé mi gato y me encerré en su oreja,
Fabriqué lentamente muchas manos para taparme,
Pero no los ojos,
Me di cuenta que el gato era acariciado,
Y no era tu mano,
Dormí, para disolver un gato soñado,
No pude y trague agua salada,
Hundiéndome, sin playa, sin isla,
Plateado y vientre azul,
Y un olvido de luz,
Un olvido de luz
Un olvido.


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