31 oct 2008

Hay un sendero incomprensible entre mi pulgar y la planta de mi mano,

Pero acotamos el tiempo a nuestras vidas para que las lágrimas quepan en un jarro,

Pero una hoja que aguarda su otoño se vuelve maravilloso cielo verde,

Pero una hoja que aguarda su otoño se vuelve infinitud de senderos de savia,

Cielos y senderos pueden ser infierno paraíso, paraíso infierno,

Desesperados llamamos al acorralador de inquietudes,

Con reglas, escuadras y su espeso dogma,

El nos hace sentir que congrega a las estrellas bajo un tinglado,

Y que el incontenible azul profundo se debe cuadricular,

Sonreímos, dientes blancos frente a una vidriera abarrotada,

Sonreímos, al aire que tiene nombre y un precio respetable.

Y que del que sabe que un viernes no es bebible,

Y que del que desconoce suelo, cielo, pared, sendero.

Aquel que sabe que su vestimenta es robada,

Aquel que no sabe que hay entre pieles opuestas.

Nada,

Nada entre olas que arden y refrescan,

Nada hacia una costa vedada a su mirada,

Nada y nada, sin saber donde empieza y finaliza su cansancio.

2 comentarios:

naza dijo...

me encanto, simple, directo, o no

saludos

Carlos Leiro dijo...

muhcas gracias Naza

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