Entonces hoy fue simple, tomé todo el valor que podía acumular mi alma, a paso firme pero no impostado, evite esa discusión previa mental que se produce antes de una posible discusión real, me puse bien derechito frente a ella y así, con voz contundente le dije:
Escúchame heladera de porquería, me querés explicar porque razón te empecinas en congelar los flancitos caseros que hago por las madrugadas cuando al mismo tiempo te negás a bajar unos pocos centígrados a la leche ultra pasterizada. Te digo que no pienso retirarme hasta que tenga una explicación lógica a la situación.
Y por supuesto cruce los brazos y empecé a mover el piecito derecho a buen ritmo.
Ella, blanca, enorme, casi inmóvil tardó en contestar. Pero yo estaba con toda la paciencia de un budista y sabia y estaba presto.
Finalmente dijo:
¿Por qué? ¿Por qué compras esas bananas tan maduras? Sabiendo que no van dentro de mi, vos venís y pones las bananas y las lámparas de tungsteno de 60W dentro mió.
Sabias que sos afecta a una heladera, que la altera a pesar de no parecerlo.
¿Por qué? ¿Por qué freezaste o como corno se diga a ese oso Pardo de tamaño monumental en mi freezer, sabiendo que no es un freezer grande, y encima lo introdujiste a golpe de sopapa, para que entrara, llevando mis límites físicos a bordes peligrosos para mi salud, en todo sentido?
Callé, otra vez lo mismo, siempre me termina cagando a pedos, es injusto. Es tan inteligente y rápida. Volví a la habitación, tome unos calzoncillos limpios, un par de medias, el toallón y fui al baño.
2 comentarios:
Qué golpe de efecto, me reí, me encantó. Eva
Gracias Eva
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