Aquellos signos, se llevaban sus ojos. Iba y venía de un extremo a otro. Una fuerza incontrolable a rastras tiraba de su cuerpo. A sí mismo parecía escucharse, pero nunca se oía. Sin reposo, buscaba una respuesta. El chillido agudo de los murciélagos sin fin claveteaba en la oscuridad. Se multiplicaba el silencio. Una luz ciega y sepulcral se cernía sobre su cabeza. Hubiera querido gritar, gritar, pero orpimida su lengua se anudaba. El aire se enrarecía de repente. Corría con desesperación. Al fondo del vacío resonaba cansado el eco de sus pasos.
5 comentarios:
Aquellos signos,
se llevaban sus ojos.
Iba y venía de un extremo a otro.
Una fuerza incontrolable
a rastras tiraba de su cuerpo.
A sí mismo parecía escucharse,
pero nunca se oía.
Sin reposo, buscaba una respuesta.
El chillido agudo de los murciélagos
sin fin claveteaba en la oscuridad.
Se multiplicaba el silencio.
Una luz ciega y sepulcral
se cernía sobre su cabeza.
Hubiera querido gritar, gritar,
pero orpimida su lengua se anudaba.
El aire se enrarecía de repente.
Corría con desesperación.
Al fondo del vacío
resonaba cansado el eco de sus pasos.
Ah, se me olvidó acotar, el poema es de Francisco Pérez Perdomo.
Me hizo recordarlo su obra.
Le dejo un abrazo!
bellisimo eika , gracias por siempre dejar un texto o una palabra , gracias.
lindo, me gusta.. ando con poco tiempo don.. pero paso igual a saludarlo. QUIERO VACACIONES!! ya falta menos.. un beso y cuídese.
Caia ojala puedas descansar pronto, se ve que fu un año pesado.
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