Te repites, te repites tanto, tus voces golpean y golpean tambores de cal,
Tantas navajas invisibles que no existen, tantas heridas con espumosa escarlata,
Te repites, soñando lunas con semillas de lima listas a estallar en plantas,
Te repites con tus huesos, tendones y músculos confusos esperando una mirada,
Intentaste inventar palabras nuevas, nuevas tildes, nuevos sujetos, nuevos predicados,
Pero solo has conseguido imaginar un tigre solitario imaginado mil veces por otro,
Te repites con esa sustancia nostalgiosa, que secretan las esquinas que no existen ya,
Y envías poemas mal escritos por medio de pequeños botes a una mujer de agua,
Caminas y ves tus únicos y bellos pies, rumbo a las baldosas salvadoras, limpias,
Hemos muerto tantas veces, un cordón de hilo viejo nos engaña con la sucesión de los segundos,
Cuantas espaldas transpiradas, por qué te temo al espacio en blanco,
Ya te sientes entrando en los tiempos sin esperas, solo madera que te empieza a seducir,
Todos se han ido, el ruido de la luz, la calle como recuerdo de la estupidez, los dientes,
Las frescas almohadas ahora tibias por tu única cabeza, y ese vacío, ese vacío,
Que confundes con siluetas tenues de mujeres y que no es más que tu débil sentir,
Sentir que existes o eso crees
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