2 feb 2010

Cuando llegues

En el borde de un ala de mariposa colores tornasoles pellizcaron mi nuca,
Caí sobre tu piel, lentamente, olvide mi cuerpo en un chaleco verde,
Caminé por tus labios, tiernos de lana en sus comisuras,
Resbalé un instante por cabellos negros, mirarte, mirarte más,
Recorrí tu sonrisa sigilosa que hace feliz a tus mejillas, ríen, espuma,
Pude ver doce lobos grises, bellos, que corrieron encantados hacia tu mirada,
Llegué a tus brazos y temblé, no te mentiré. Tanto los extrañé antes de conocerlos,
El llanto escondido en toda mi garganta, en todos los espacios de mi pecho, corrió,
Sin que nos nombremos, sentí tu corazón, subía y bajaba por una escalera,
Extendí mi mano que se volvió azul y apenas toqué un latido, suave,
Temblaste tú, te calmé con palabras de humo lejano y un barrilete de golondrinas,
No éramos cuerpos lo supe, ¿eras tú mi creación, era yo tu creación?
Nos enseñamos a intentar, me calmó tu cuello sosegado,
Preguntaste por un cielo amigo, secretamente te miré preguntar,
Vi allí todas tus pestañas, todas las tonalidades de tus ojos,
Te invité a caminar por mi barbilla, reíste con mis canas añejadas,
¿Las manos se están buscando? Si,
Juntos recorrimos a pie, flotamos y volamos tan lejos, tan alto,
La antigua luna nos cubrió la huida, y creo que envidió tu andar,
Imagina pequeño rojo que a veces te escondes tras el sol.

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