23 ene 2010

Ese silencio que se escurre entre los pelos de los gatos,
La piel se da cuenta de la falta de una estrella,
Busco cobijo, desesperado, tenso, no lo hallo,
Debajo del ala de un pájaro incoloro me refugio,
Tiemblan las uñas, tiembla el aire recostado en mi mejilla,
Los ruidos y los miedos caen con brisas afiladas,
Todos los oscuros se buscan, se enroscan, se aglutinan,
Hay un color rojo que vuela y no lo ubico,
Mi cuerpo se achica hasta la sedienta atrofia,
Mi lengua incrusta metales encubiertos sin reflejos,
Existe la pregunta por el tiempo, ansioso cuento mis pestañas,
No hay sombra, no hay arena, las agujas han caído en el arbusto,
Arbusto sereno, verde, sin flores, ¿con o sin belleza?
Arbusto sano, vivo, fiel a su suelo, fiel a su cielo,
Envío el corazón muy, pero muy cerca,
Que su verdes y amarillos den eco a los latidos,
Que calme su savia simple a mi negra sangre,
Que mi espacio se despliegue lamiendo luz en rayos,
Dejar el ala, que vuele el ave sobre el cristalino océano,
Morder los ruidos, abrazar al miedo hasta sentarlo, si es que puedo,
Si he de temblar, que mi cuerpo y carne a su forma tiemblen,
Salir a buscar, en las riadas, las pendientes, las ciudades,
Buscar la eterna estrella que se ha ido perdiendo tan despacio,
Sin embargo, miro al gato,
El sabe que observo sus silencios,
Cierra los ojos y yace recostado cerca de mis pies,
Sabe,
Seguro que lo sabe,
Que recuperaré el tímido sonido del astro que guarda en su mirada

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