Ciego, de pequeñas huellas en tus manos,
Soltando uñas viejas y dedos cortados,
Un vientre separado de la encorvada espalda,
Y todos los pasos confundidos en una baldosa,
Pestañas que duelen si vuelan muy lejos,
No hay hijos que miren, ni saltos,
¿Cambiara el sabor de la saliva?
Tus ojos y mil estupidas metáforas para nombrarlos,
Tu boca, sin palabras que la digan y que decir,
Me dijeron que los fantasmas se disfrazan de fantasmas,
Yo no digo, les arranco palabras a mis pupilas,
No te vayas, no me animé a decir,
No te vayas, no digo que no me animaré.
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