7 feb 2007


Desperté y mi corazón era de luna.

Para algunos soy presencia, para otros soy olvido, para más inexistencia.

Intente con paso firme atrapar algún sentido pero la alfombra titubeaba allí abajo.

Mil veces pregunté al carcelero Huesoycarne, mil veces mil silencios atorados.

Caminé hacia aquella luz calida y caída entre lágrimas bien gordas y entré entre las piernas mas largas de la calle Negrasombra.

Caminé hacia tu mirada encerrada en un cristal inalterable y líquido violento, ni sí, ni no, no hablaste jamás y ninguna seña.

Entonces me detuve a un paso de tu piel y el hechicero nos mostró el infinito de una gota derramada.

Caí de rodillas, sin suplicas ni rezos, a los pies del gigante de un ojos llenos de sol bajo una cejas de púas y alambres grisecitos.

Levanté todas mis frentes arrugadas hacia arriba, sin esperar perdón de ninguna santa piadosa de piel desconocida.

Otro camino craquelado, otra anciana ilusión derretida que se fue por el desagüe que hay entre mis parpados.

Y tu voz, sus voces, todas las voces haciendo diaria la cotidiana locura entre mañanas y noches de ciudad siempre apurada.

Y es allí que sale de mi boca aquella frase, que creo que decía:

No duermas esta noche con sueños de conejos que habitan frías estepas porque seré silencioso halcón y tu piel blanca sabré distinguir entre la nieve.

Oriel Zolrak

3 comentarios:

Anónimo dijo...

lindo y triste

Anónimo dijo...

Para algunos otros seras lejanía y para alguna lejana eres cercanía.

Muchas gracias a tí por tus palabas del otro día, me alegra que te gusten mis comentarios.

Carlos Leiro dijo...

No, gracias a vos por visitar la página Marta. si no fuera por ustedes que siempre miran y ven lo que hago no serviria para nada.
Un beso.

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