Vino el doctor, con ropa negra, camisa blanca, serio, serio,
Él si que sabe, es Doctor, apenas me mira, mira el suelo, un rato,
Dice: lo siento usted es un metatarso, si, recubierto de tejido áspero,
Lo bueno, siguió, es que sigue con cobertura médica, y mis visitas,
Lo malo es que no se podrá vacunar contra el Aspergillus Honoriensis,
Nunca me animé a preguntar a un doctor, con su gelatina de verdad,
Nunca dejé de aspirar y exhalar cuando ellos lo requerían, siempre,
Nunca dejé de toser esa tos de madera a balsa cuando lo mandaban,
Nunca le clavé una puñalada cuando me ponía el cosito metálico, del estetoscopio,
Siempre estaba frío, pero yo valiente como soldado napoleónico varado en Rusia,
Pero esta vez, no.
Podría decirme, dije, que soy nuevamente doctor, despacito ¿si?
Él con voz de buque de guerra me deletreó M E T A T A R S O,
No reflexioné, ningún pensamiento pudo pasar por mi pituitaria,
Arrebaté ese bolso odioso negro que llevan los médicos, saqué una gasa,
Con habilidad irreconocible la afile, brillaba, limpia, con brillitos dorados,
La rebanada del brazo derecho del doctor no brillaba, era rojo y lepra,
Rompí un diploma cerca de su nariz, con cuidado tapé sus fosas nasales,
El diploma no era de medico era de cocinero de papillas bajas calorías,
Ese material es superior al diploma de medico para tapar fosas nasales,
Acudí nuevamente al bolso otra vez, extraje un bisturí tan bello,
Luego de un tratamiento con ácidos y algas marinas verdeazules,
Quedo como un pequeño martillo, muy bonito, artesanal, simple,
Con velocidad tremenda uniformemente constante comencé a martillarle,
La cabeza pelada, respondía con bellos sonidos dignos de tribus ancestrales,
Esta operación duro 48 días, no dormí ni comí garbanzos en ese lapso,
Hasta que llegué a un color morado y dupliqué el volumen de su cráneo,
Estaba feliz, el resultado estético era mejor que lo esperado, faltaba refinar,
Unté su cuerpo en miel y arrope, con una pesada plancha alisé sus orejas,
Muy bien, muy bien, me felicité a mi mismo, las musas me habían acompañado,
Llamé a mi abuelo, le dije que lo entregara en la sala 5 del hospital Korres,
Tomé posición de metatarso, suspiré, y descansé, quizás por años, siglos porque no,
Eso si apenas despierto concurrí a un citado nosocomio a vacunarme,
Recordaba muy bien ese poderoso fungi ASPERGILLUS HONORIENSIS.
Él si que sabe, es Doctor, apenas me mira, mira el suelo, un rato,
Dice: lo siento usted es un metatarso, si, recubierto de tejido áspero,
Lo bueno, siguió, es que sigue con cobertura médica, y mis visitas,
Lo malo es que no se podrá vacunar contra el Aspergillus Honoriensis,
Nunca me animé a preguntar a un doctor, con su gelatina de verdad,
Nunca dejé de aspirar y exhalar cuando ellos lo requerían, siempre,
Nunca dejé de toser esa tos de madera a balsa cuando lo mandaban,
Nunca le clavé una puñalada cuando me ponía el cosito metálico, del estetoscopio,
Siempre estaba frío, pero yo valiente como soldado napoleónico varado en Rusia,
Pero esta vez, no.
Podría decirme, dije, que soy nuevamente doctor, despacito ¿si?
Él con voz de buque de guerra me deletreó M E T A T A R S O,
No reflexioné, ningún pensamiento pudo pasar por mi pituitaria,
Arrebaté ese bolso odioso negro que llevan los médicos, saqué una gasa,
Con habilidad irreconocible la afile, brillaba, limpia, con brillitos dorados,
La rebanada del brazo derecho del doctor no brillaba, era rojo y lepra,
Rompí un diploma cerca de su nariz, con cuidado tapé sus fosas nasales,
El diploma no era de medico era de cocinero de papillas bajas calorías,
Ese material es superior al diploma de medico para tapar fosas nasales,
Acudí nuevamente al bolso otra vez, extraje un bisturí tan bello,
Luego de un tratamiento con ácidos y algas marinas verdeazules,
Quedo como un pequeño martillo, muy bonito, artesanal, simple,
Con velocidad tremenda uniformemente constante comencé a martillarle,
La cabeza pelada, respondía con bellos sonidos dignos de tribus ancestrales,
Esta operación duro 48 días, no dormí ni comí garbanzos en ese lapso,
Hasta que llegué a un color morado y dupliqué el volumen de su cráneo,
Estaba feliz, el resultado estético era mejor que lo esperado, faltaba refinar,
Unté su cuerpo en miel y arrope, con una pesada plancha alisé sus orejas,
Muy bien, muy bien, me felicité a mi mismo, las musas me habían acompañado,
Llamé a mi abuelo, le dije que lo entregara en la sala 5 del hospital Korres,
Tomé posición de metatarso, suspiré, y descansé, quizás por años, siglos porque no,
Eso si apenas despierto concurrí a un citado nosocomio a vacunarme,
Recordaba muy bien ese poderoso fungi ASPERGILLUS HONORIENSIS.
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