9 sept 2007

La pequeña hoja se deslizó, simple y certera,

Demasiada filosa para ser hoja, demasiado filosa,

El tajo, firme, comenzó en la frente,

Sin pausa termino en el muslo derecho.

¿Cuántos olvidos pueden escapar de tal herida?

Trato de acostarse para despertar.

Intento enloquecer su piel para hacerla sentir uña,

Intento también que su sangre creyera en algún milagro pobre,

Ambos intentos zozobraron.

Su porvenir se evaporaba hirviendo todo aquello que nunca dijo.

Su pasado se hizo tela y viento,

Sudor y madre

Arena.

La hoja alcanzó el suelo cuando él ya no era.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gusta como poema, pero también me da impresión... ¿le pasó a alguien real?

Carlos Leiro dijo...

seguramente

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