Las paredes de mi casa tienen pelos, pelos largos y tupidos no una pelambre
insignificante, por mandato familiar debo cuidarlos y mantenerlos lisos y
brillantes, por suerte no tienen caspa… aunque creo que eso tiene que ver con
el cuero cabelludo, no estoy muy seguro, pero sí sé que no tiene caspa. Según la
tradición familiar esto sucede porque en toda mi familia, desde tiempos que no
conozco, se pelea arrojándose muebles y cuando pasa que una silla atraviesa la
ventana, cerrada o abierta, en caso de estar cerrada hay que recoger los
vidrios y arreglarla, decía que cuando una silla atraviesa la ventana los
cabellos de las paredes crecen entre diez a quince centímetros. Este método de resolver diferencias fue
evolucionando, ahora se utilizan muebles más livianos y las ventanas están siempre
abiertas aunque estemos en invierno. Se gasta un poco más en frazadas pero
menos en vidrios rotos y arregladores de ventanas. La última discusión tuvo que
ver con mi persona, mi abuela dijo en la mesa que yo era hijo del vidriero, de
inmediato la facción de mi padre desato el conflicto arrojándole una mesita
ratona a la cabeza de mi hermana menor, somos muy pobres para compararnos con
montescos y capuletos pero es algo así, mucho encono. Al final no se sabe si
soy hijo del vidriero pero aquí estoy recortando y emparejando y preparando la
planchita… bueno la planchota.
Oriel Zolrak
Oriel Zolrak
No hay comentarios.:
Publicar un comentario