2 dic 2005


Esta carta fué enviada hace unos años al programa de Miguel Angel Sola y Blanca Oteiza, llamado "Cartas que vienen y van" que se emitía en radio Mitre en donde fué leida.

Blanca y Miguel Ángel:
Me encantaría felicitarlos por el programa pero no puedo. Debido a que no escucho porque soy una mano. Si, tan solo una mano, como la de los locos Adams, pero con la diferencia de que yo no nací mano sino que me independicé del cuerpo con el que vivía y como tal no tengo orejas.
Me he enterado, a través del contacto de una oreja amiga que el programa es bastante bueno y piden que les escriban.
Les cuento que vivo sola en uno de esos agujeritos que hay en los cordones de la vereda y como es de suponer tan solo salgo de noche debido a que a la gente le disgusta ver manos, pies, u otros miembros independizados andando por ahí.
Me liberé del cuerpo que me poseía luego de un largo trabajo de terapia grupal con otras manos, pues era bastante maltratada. Me comían las uñas y los pellejitos, y no me lavaban muy seguido, además de otras chanchadas que no viene a cuento traerlas de la memoria. No puedo negar que también disfruté de aquella vida compartida, recuerdo las caricias a otros cuerpos, los buenos momentos que pase rasgueando una guitarra y hasta disfrute rascando alguna picadura.
Sé que mi antiguo compañero me anda buscando, pero es imposible rehacer una relación que fue tan conflictiva. La gota que derramó el vaso fue cuando tomó la misma costumbre que algunos arqueros de fútbol, escupirse las manos y refregárselas. No pude soportarlo.
Yo soy diestra, traté de convencer a la otra para que huyera conmigo pero no se atrevió.
El principio de mi vida como mano sola no fue fácil, me sentía como mano de obra desocupada, totalmente discriminada. Pero ahora mismo estoy en tratativas con un ojo, una oreja y una pierna para establecer una sociedad comunitaria con fines de lucro, ya no es fácil mantener conseguir una ocupación siendo una mano sola.
Las negociaciones no son fáciles, la pierna se esta poniendo exigente en cuanto al calzado que debería usar y otros menesteres, la oreja no jode, y el ojo es un poco sensible y llora demasiado. Creo, sin embargo, que llegaremos a un buen acuerdo para llevar una buena convivencia y emprender una vida mejor de la que llevábamos con nuestros viejos cuerpos.
Bueno los dejo, me metí en una casa ajena para escribirles esta carta y debo marcharme ya que los dueños están por regresar. Si les agrada tratare de seguir contándoles las desventuras que le pasan a una mano sola.


Mano Anónima Sola


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